Nuestra dependencia hacia la tecnología le ha dado un enorme poder, el que sigue creciendo a medida que nos entrega más y mejores herramientas para desenvolvernos.
Pero así como aprovechamos sus infinitas oportunidades, poco a poco hemos entendido los riesgos a los que nos expone. Por un lado, el avance tecnológico es tan acelerado que las regulaciones no alcanzan a seguir su velocidad, dejando grandes vacíos que son aprovechados por avezados criminales a través de sofisticados ciberdelitos o hackeos, donde nuestros datos personales están cada vez más desprotegidos. Por otro lado, internet y las redes sociales han promovido la polarización y pérdida de la confianza a todo nivel, dando espacio a la desinformación y los discursos de odio, haciendo que la vida cotidiana se vuelva más hostil, y nuestra democracia y estado de derecho, más débil.
En el caso de las empresas, este dinamismo tecnológico ha creado un entorno altamente competitivo y exigente, llevándolas a transformar digitalmente sus operaciones para ser más eficientes, pero también exponiéndose a nuevos y desconocidos riesgos.
Por eso, es fundamental que los líderes, en todos los ámbitos, asumamos una postura responsable frente a la tecnología y sus consecuencias, estemos informados de las innovaciones y sus posibles impactos en la sociedad, y tomemos medidas para proteger a las personas de sus riesgos. Además, fomentemos la educación tecnológica, para que los ciudadanos estén preparados para enfrentar los retos y sepan aprovechar sus oportunidades, lo que incluye el aprendizaje de habilidades digitales, ser conscientes de los peligros en línea y desarrollar un pensamiento crítico para evaluar la información en internet y detectar la desinformación. En resumen, el liderazgo responsable es esencial para asegurar que la tecnología sea utilizada de manera positiva, ética y segura, y para garantizar un futuro más justo y próspero para todos. Y todos somos líderes desde donde nos toca estar.
Las áreas de compliance de las empresas tienen un importante trabajo respecto a las los desafíos y dilemas éticos de las nuevas tecnologías. Por eso, deben saber abordarlas para prevenir riesgos y no cerrarse a ellas, porque estas avanzan y se expanden rápidamente, haciendo difícil quedar fuera de ellas.
Algunas de las innovaciones a las que las empresas deben poner atención es el blockchain o cadena de bloques, que nació para darle un marco de mayor protección y transparencia a las criptomonedas, pero que hoy es utilizado en diversas industrias para resguardar información relevante, asegurar la trazabilidad de productos o prevenir delitos.
Por otro lado, está dando que hablar el ChatGPT, un sistema de chat con inteligencia artificial (IA), capaz de realizar diversas tareas, que trae numerosos beneficios, pero también algunos dilemas éticos, como el que preocupa hoy a las universidades, que están tomando medidas para evitar su mal uso por parte de estudiantes. Y es que como toda tecnología, ChatGPT está desarrollada por humanos y, por lo mismo, tiene sesgos. Un mal uso de este sistema puede acarrear la exposición de datos personales, difusión de noticias falsas, erróneas o la suplantación de identidad. Google ya anunció la competencia a este sistema, por lo que desconocemos qué traerá esta guerra de la IA.
Otra tendencia tecnológica en aumento es el metaverso, que fusiona espacios físicos y virtuales, y cuya implementación se está expandiendo más rápido que el conocimiento y los impactos en torno a él. Muchas empresas ven en este mundo una oportunidad de negocio y, según un informe de McKinsey & Company, más del 50% de los eventos presenciales podrían celebrarse en el metaverso en 2030, generando hasta US $5 billones en valor. Sin embargo, aún es desconocido su impacto y las brechas que pueda generar.
Este espacio postreal trae muchas oportunidades, como crear entornos de trabajo más inclusivos e inmediatos, transformar operaciones y cadenas de suministros, fomentar la colaboración, impulsar la toma de decisiones y crear valor social; pero también trae incertidumbre y nuevos peligros.
Por eso, entendiendo la importancia de que los líderes experimenten el metaverso, el Foro Económico Mundial, introdujo en Davos su propia plataforma, creando un nuevo espacio eficiente para coordinar esfuerzos de colaboración mundial.
Así, vemos cómo el metaverso abre nuevos modelos de negocios para las empresas, pero a la vez, acarrea nuevas preocupaciones, como el hecho de que no exista jurisprudencia o que este espacio se pueda usar para llevar vidas paralelas, tipo “Matrix”, propiciando ambientes más volátiles, que afecten la privacidad y seguridad de las personas y empresas.
El mundo no va a parar de cambiar, y así como los últimos años hemos visto nacer estas tecnologías, sabemos que seguirán evolucionando. Por lo mismo, todos somos responsables de aprender de ellas y encausar su buen uso, aprovechando las oportunidades y anticipando posibles riesgos. No esperemos a que salgan nuevas regulaciones para preocuparnos de esto.
Por Susana Sierra
Fuente: La Tercera