Seguramente a muchos padres nos pasa que, si le preguntamos a nuestros hijos ¿cómo te fue en el colegio?, lo más probable es que recibamos un escueto “bien”, dejando la conversación hasta ahí si no profundizamos en otra preguntas.

Lo mismo pasa en los directorios. Si no se hacen las preguntas adecuadas es difícil identificar lo que realmente importa. De hecho, si analizamos los escándalos empresariales que han ocurrido en Chile, en todos se evidencia que a nivel de gobierno corporativo no se hicieron las preguntas adecuadas.

Esto es aún más relevante en un entorno en constante cambio, donde la irrupción de nuevas tecnologías, especialmente la Inteligencia Artificial (IA), desafía a las empresas a mantenerse actualizadas para aprovechar sus ventajas y prevenir riesgos, particularmente cuando su impacto es incierto y su regulación está en ciernes dado su rápido avance.

En el Women Corporate Directors Global Institute 2024 se planteó que, para convertir la IA en una ventaja competitiva, considerando principios éticos y su uso responsable, los directores deben preguntarse: ¿cuáles son los beneficios y riesgos de la IA para la empresa? ¿cómo estamos integrándola en la gestión de riesgos y el compliance? ¿estamos preparados para el cambio? ¿cómo la están utilizando nuestros socios o proveedores? ¿estamos asegurando la transparencia, integridad y privacidad de los datos? ¿nos estamos protegiendo de ciberataques? ¿nuestras prácticas de IA son claras y accesibles para nuestros stakeholders? ¿es nuestra estrategia de talento y liderazgo adecuada para enfrentar este cambio? ¿estamos supervisando efectivamente la IA en nuestras estructuras organizativas? ¿monitoreamos el cambiante panorama regulatorio?, entre otras.

El poder de la IA es inmenso. Por eso debe aplicarse responsablemente, tratarse con la misma seriedad que otros temas críticos y bajo un enfoque de autorregulación. Su integración debe ser un pilar central en la gobernanza corporativa, liderada por un directorio que garantice un marco ético y transparente, que se capacite regularmente sobre avances tecnológicos para crear políticas efectivas que gestionen riesgos, que fomenten la incorporación de nuevos talentos y desarrollen una cultura de integridad que permita a la empresa adaptarse a la evolución constante de la tecnología, además de promover su accesibilidad para fortalecer la confianza en esta.

Integrar la IA es clave, pero sin respuestas claras a estas preguntas su implementación será insuficiente. El directorio tiene el deber de asegurar una gobernanza efectiva, aportar visión estratégica y fomentar una cultura que valore la innovación y su uso responsable para impulsar un crecimiento sostenible y ético.

Susana Sierra, Directora Ejecutiva de BH Compliance

 

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