Ya no es un cliché hablar del vertiginoso avance de la tecnología, de cómo nos está cambiando y facilitando la vida, aportando al desarrollo de nuevos mercados y ayudando a disminuir brechas. La tecnología es una realidad a la cual no podemos mirar con recelo, sea cual sea la industria en la que nos desenvolvamos, porque para ofrecer productos y servicio a la vanguardia, se requiere estar arriba del carro de la innovación.

Asimismo, los gobiernos tampoco pueden mirar de lejos los avances tecnológicos que puedan ayudar a mejorar su gestión, dar mayor transparencia y, por ende, mayor confianza de la ciudadanía, que como sabemos está en crisis, en un contexto mundial convulsionado por populismos, autoritarismos, recesión, conflictos bélicos, una pandemia, entre otras amenazas.

Una de las últimas innovaciones viene de la mano del blockchain, que está revolucionado diversos mercados a través de una mayor transparencia e inviolabilidad de la información. Se trata de una cadena de bloques, o algo así como una base de datos que facilita el registro de transacciones o documentación, creada para evitar que la información se pueda modificar una vez esta sea publicada, haciendo que se vuelva incorruptible.

Si bien esta tecnología nació como arquitectura de las criptomonedas, actualmente, sus usos van mucho más allá. Ya está siendo utilizada en los sectores bancarios, médicos, automotriz, retail o seguros, especialmente para dar trazabilidad a la cadena de suministros o de procesos, para digitalizar y administrar datos, registros o trámites, o para manejar inventarios. Básicamente, la masificación de su uso se debe a que blockchain resuelve diversos problemas de confiabilidad y ofrece una mayor eficiencia de los procesos.

Y en este contexto, el blockchain es una oportunidad para apoyar la lucha contra la corrupción, ya que resguarda la información a través de un cifrado de extremo a extremo, registrándola de manera idéntica en múltiples ubicaciones, es decir, de manera descentralizada. Así, la data es sellada, asegurando su integridad, impidiendo que sea modificada, lo que reduce el riesgo de fraude o falsificación, conservando evidencia, sistematizando buenas prácticas, garantizando una mayor transparencia y la trazabilidad de los procesos, lo que a su vez, permite identificar posibles debilidades de la cadena.

Así, esta herramienta es una aliada para el compliance, ya que gracias a esta tecnología se puede generar una huella digital de cada documento, accediendo a información histórica y original, y permite que tanto empresas como gobiernos, puedan dar seguimiento a cada acción que lleven adelante, ejerciendo mayor control y fiscalización. Igualmente, podrán asegurar una posible defensa futura –en caso de una posible investigación por corrupción-, acreditando que sus prácticas fueron bien implementadas.

Así, esta herramienta es una aliada para el compliance, ya que gracias a esta tecnología se puede generar una huella digital de cada documento, accediendo a información histórica y original, y permite que tanto empresas como gobiernos, puedan dar seguimiento a cada acción que lleven adelante, ejerciendo mayor control y fiscalización. Igualmente, podrán asegurar una posible defensa futura –en caso de una posible investigación por corrupción-, acreditando que sus prácticas fueron bien implementadas.

La tecnología nos soluciona problemas domésticos del día a día, y otros tan profundos como prevenir la corrupción, que está enraizada en nuestra cultura. Si aún la seguimos viendo de lejos, es momento de hacerla parte de los grandes desafíos, y el blockchain es una buena alternativa.

Fuente: La Tercera

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