SI ALGO podrían generar como efecto positivo las graves crisis empresariales derivadas de prácticas reñidas con la integridad corporativa, es la respuesta de las empresas. Tienen que reaccionar, cómo no… Y no sólo como imperativo ético, sino también como acción responsable respecto de una dimensión estratégica de los negocios. En esa reacción, existe una tentación que es a la vez un gran riesgo: crear un área responsable que ‘se haga cargo’. Un área de alto nivel, aislada de las operaciones, que por sí misma resuelva del todo el cumplimento ético y normativo respecto de aspectos regulados de la integridad corporativa. Personas bien calificadas, por cierto, que dejen a los directores y gerentes dormir tranquilos.
Les tengo una noticia: no es ese el camino. La solución es más lógica, más de sentido común. Pero requiere el involucramiento de todos. La unidad interna de compliance, que por cierto es necesaria, no puede ser una isla, un encargado, un salvador aparente en el margen, ni un policía que investigue a los sospechosos. Lo que se requiere es que esa unidad cumpla un importante rol articulador y de impulso de un cambio de cultura organizacional. No se trata de construir políticas y sistemas de gestión en paralelo, sino de revisar, potenciar y utilizar las herramientas que son propias del negocio, para evitar la ocurrencia de delitos corporativos. Se trata de lograr coherencia interna y de contar con incentivos alineados, facilitando que el directorio ejerza su indelegable deber de dirección y supervisión, con consideraciones de integridad corporativa incorporadas. Y se trata también de dejar huella de su debida diligencia. No basta con que exista un área de compliance y desarrollar y certificar sus modelos de prevención de delitos, una obligación derivada del establecimiento de la responsabilidad penal de las personas jurídicas. Este es ‘el desde’, el punto de partida. Lo más relevante es la ruta de largo aliento, de tomarse estas materias en serio, no como anexo, sino desde el negocio mismo.
Por Susana Sierra
Publicada en Pulso