¡Enhorabuena! la legislación homóloga de la ley de responsabilidad penal de las personas jurídicas que tenemos en Chile, ya entró en vigencia en Perú y Argentina. Sí, la ley que persigue el cohecho, el lavado de activos y el financiamiento del terrorismo ayudará a estos países para trabajar en una cultura de hacer bien las cosas, una cultura ética y con menos corrupción, una situación que su gente viene pidiendo hace bastante tiempo.

Estamos en un mundo global y con países cada vez más alineados, se puede avanzar a paso firme si de combatir la corrupción se trata, es más sencillo de lo que cree. En este sentido, el sector privado chileno, cuyos negocios cruzan  la frontera  con destino a Perú y Argentina tiene una ventaja: como las empresas transnacionales necesitan sólo un Modelo de Prevención de Delitos, no necesitan aplicar modelos distintos ni desgastarse en estudiarse la ley según el país en el que estén, ya que los modelos siguen los estándares internacionales que son prácticamente iguales en los países vecinos. Es decir, se puede aplicar el mismo que se aplica en nuestro país. Esto implica que toda la experiencia chilena sobre dicha ley debería ser correctamente aplicada y por consiguiente ejemplar.

Ahora si los negocios se llevan a países donde no existe la ley, está la normativa de cohecho a funcionario público extranjero, por lo tanto deben preocuparse de todas maneras por tener un camino de rectitud y cerrar todas las rutas que lleven a una posible irregularidad. De todas formas, el consejo a las empresas es adoptar un cambio de actitud real más que ceñirse a regañadientes a una ley. No porque la legislación sea más restrictiva habrá menos corrupción. Sólo falta aceptar el desafío. En este ámbito, cabe destacar que Chile ya comenzó a exportar su experiencia en materia compliance así que no hay excusas para tener una cultura ética a toda prueba.

Esto recién comienza y puede ser un excelente primer pie para forjar lazos en materia anticorrupción entre Argentina, Perú y Chile. Se puede formar una alianza, sobre todo porque muchas empresas están presentes en esos tres países, América Latina sí puede vencer la corrupción.

Por Susana Sierra

Fuente La Tercera

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