Cuando en las empresas no existe coherencia entre lo que se dice y se hace, o se definen a través de acciones marketeras que no sienten ni piensan, tarde o temprano la verdad sale a la luz.
Hoy, como nunca antes, cobra valor el ser y parecer y, para lograrlo, no basta con voluntad o enarbolar las banderas de moda. Las empresas deben tener muy claro sus valores y propósito, sobre todo, porque estamos viviendo un panorama mundial vertiginoso e incierto, donde ha cambiado el paradigma político, económico, socio-cultural y ambiental, y en el que la tecnología es pieza principal en las transformaciones. Entonces, la tónica será adaptarse, pero con convicción y no por slogan, replanteándonos el quiénes somos, dónde estamos, hacia dónde vamos, cómo lo vamos a hacer y, especialmente, tener claro el porqué.
Los criterios ESG (medio ambiente, social y gobernanza) son un muy buen primer comienzo para que las empresas resuelvan esas interrogantes y se adapten a los cambios, pero para hacerlo en congruencia, será necesario tener muy clara su letra G, es decir, su Gobernanza, ya que si no conocen bien su propósito, el por qué existen, cuál es su valor, cómo crecen y se desenvuelven en equilibrio con su entorno, podrían perderse en la búsqueda de soluciones momentáneas, que las pueden hacer perder el foco y caer en malas prácticas, que a la larga llevará a la muerte de la empresa.
La sustentabilidad es primordial hoy en día, pero muchas veces, es malentendida. Algunas empresas la asocian solo a lo “verde” y se entrampan en estrategias medioambientales, la medición de la huella de carbono, el combate contra el cambio climático, etc., cuando lo primero que deben resolver es que su estrategia esté alineada con sus valores y propósito, es decir, con su G.
La G es la menos popular de las letras del ESG y la más importante. Es la columna vertebral del negocio y, si no la tenemos clara, si no contamos con un buen gobierno corporativo, simplemente no seremos sostenibles, ni consistentes con nuestro actuar ni podremos anticipar riesgos y menos sortearlos con éxito, aun cuando tuviéramos la E y la S muy bien implementadas. Tener una G clara y robusta, permitirá responder a las necesidades del futuro y no solo las del momento.
Por lo mismo, es hora de mirarse hacia adentro y definirse en los tiempos que vivimos, replantearse el futuro para definir el propósito, el que debe ir ligado al desarrollo sostenible. Hoy no solo importa buscar maximizar las utilidades de los accionistas, sino que revisar las necesidades de todos los stakeholders e impactar en la sociedad. Y eso, deben hacerlo con total transparencia, porque cada vez importan más el cómo se hacen las cosas y cómo las empresas generan sus ganancias.
Para avanzar en esta línea, es necesario escuchar, mirar más allá del negocio, analizar los riesgos presentes y futuros, incluidos los del entorno, así como los desafíos del mundo, entre los que se cuentan las consecuencias de la guerra, la digitalización, el cuidado del medio ambiente, la protección de los datos, la innovación, garantizar buenas prácticas, entre otros. Las empresas deben ser capaces de revisar cómo serán sostenibles en su nuevo “ser”.
También es importante considerar que la sostenibilidad no es solo para las grandes empresas, y que las excusas de que implementar los criterios ESG conllevará mayor tiempo y recursos (humanos y económicos), no valen, si se piensa que un modelo de negocios que se plantea desde un inicio con una visión de futuro y una G clara, más bien tendrá ahorros.
Muchas veces hablamos del rol de las empresas en la sociedad y pensamos que se remite a dar soluciones a través de productos y servicios, crear empleos y generar economías de escala. Pero su rol es mucho mayor, más aún en tiempos en que la desconfianza hacia ellas gana terreno, y es justamente entenderse en el ecosistema en el que se desenvuelve, donde no es una isla, sino parte de una cadena donde sus decisiones pueden afectar o beneficiar al entorno, y que, pensar en los cambios de manera disruptiva y abrazar las innovaciones, en vez de temerles, podrá ayudar a ser más eficientes y sustentables.
Los invito a revisar su letra G, considerando los tiempos cambiantes que vivimos, siendo conscientes de que el cambio no se detendrá, y planteando los desafíos con visión de largo plazo. Seamos parte de un gran movimiento por la G, para que seamos conscientes de que el crecimiento sin valores ni propósito, es la condena a desaparecer, porque no será sostenible en el tiempo. Actuemos en congruencia con lo que nos rodea, he ahí el futuro del éxito o el éxito del futuro.
Fuente: Forbes