Entrevista por Sofía Beuchat a Susana Sierra, CEO de BH Compliance en la Revista Ya de El Mercurio.
¿Qué hecho, fenómeno o proceso la hizo querer dedicar su vida a la lucha contra la corrupción?
Fue una coincidencia. Cuando en Chile se promulgó en 2010 la Ley de Responsabilidad de las Personas Jurídicas, mi papá me pidió que hiciera un plan de negocios para crear una empresa certificadora de programas de compliance. No existía realmente conciencia del rol que debe cumplir el sector privado para prevenir la corrupción: escuchaba frases como «en Chile estas cosas no pasan» o «Chile no es un país corrupto». Me apasioné con el tema, porque un país que no reconoce que la corrupción siempre va a existir es un país donde va a seguir expandiéndose.
¿Qué hace falta en América Latina para que la probidad (o la falta de) ya no sea tema?
Varias cosas: que exista un castigo social entre pares; que entendamos que una persona corrupta le hace daño a toda la economía y la sociedad, y que la corrupción es una realidad que exige cooperación entre países para combatirla, y que dejemos de buscar excusas del tipo «así se hacen las cosas en este país» o «todos lo hacen».
Ante el avance de la corrupción y el crimen organizado en la región, ¿se siente a veces como David contra Goliat?
De todas maneras, pero sé que no estoy sola. somos muchos los David que estamos dedicados a esto, poniendo una voz de alerta que pocos escuchaban, porque se decía que en Chile no había corrupción, como tampoco crimen organizado y narcotráfico. Es triste darse cuenta cómo estos han ido avanzando sin que se haga nada por erradicarlos de raíz. Cuando empecé a trabajar en esto siempre decía que se podía acabar con la corrupción; ahora hablo de que se puede disminuir.
¿Qué nota les pone a los chilenos en términos de compliance?
Un 4 nomás. Aunque creo que somos los más avanzados en la región y hay muchas empresas que van por el camino correcto, lo cierto es que todavía falta mucho por hacer. Sobre todo en las empresas pequeñas y medianas, porque siempre pensaron que esto no aplicaba para ellas, sino para las compañías más grandes, cuando la realidad es que el compliance es una forma de hacer las cosas y de hacer negocios, por lo que aplica a todas las empresas, independientemente de su tamaño.
En cuanto supo del caso Convenios, usted pensó…
Al principio da rabia e impotencia, porque era completamente evitable, pero por otro lado qué bueno que se haya descubierto; qué bueno que la ciudadanía se preocupe; qué bueno que existan consecuencias, y qué bueno que entendamos que no somos los «jaguares de Latinoamérica».
¿Cuánto daño le hace la «teoría del empate» a la lucha contra la corrupción?
Le hace muy mal, y es una de las cosas que más me molestan. Como cuando veo políticos defendiendo a ojos cerrados a sus correligionarios solo con el argumento de que «los conozco y son buenas personas». O cuando los mismos partidos no son capaces de reconocer la corrupción en sus propias filas, criticando las resoluciones de la justicia pero van con todo cuando el afectado es del bando contrario. Así se van horadando las instituciones. Y un país sin instituciones es un país donde permea más fácilmente la corrupción.
Acaba de ser nombrada CEO del Año por Women in Governance, Risk and Compliance en Londres. ¿Qué características suyas cree que la hicieron merecedora de este premio?
Yo creo que fue por mi pasión: cuando me comprometo con algo es en serio y me involucro 100%. Esa pasión me llevó a que la lucha contra la corrupción desde el sector privado se convirtiera en mi misión personal. No solo desde la empresa, sino también desde la academia, escribiendo libros y artículos, y al colaborar en Transparencia Internacional. Aunque piensen que soy ingenua, estoy segura de que si todas las empresas se mantuviesen fieles a sus valores y propósitos, el mundo sería distinto.
Cuando le hablan de «delitos de cuellos y corbata», piensa:
Uy, hay tantos casos, pero el que más se me viene a la cabeza es el de Odebrecht. me tocó ver cómo fuera de Chile sus máximos ejecutivos eran tratados prácticamente como reyes, a pesar de que era un secreto a voces que la estrategia comercial de al empresa se caracterizaba por los sobornos.
Su mejor consejo para sospechar de la probidad de otros al buscar colaboradores, socios, empleados y hasta pareja.
Seguir los instintos. En buen chileno, hacerle caso a la «guata», porque nunca falla.
Fuente: Revista Ya – El Mercurio