En medio de una crisis climática y social global, las empresas están cada vez más expuestas a demandas relacionadas con su impacto social y medioambiental, un escenario en el que contar con un gobierno corporativo sólido se ha convertido en un componente clave para construir un entorno necesario de confianza, transparencia y responsabilidad, para avanzar hacia un negocio más sostenible.
La gobernanza es el marco que permite controlar y dirigir adecuadamente a las personas, las políticas y los procedimientos de una organización para alcanzar sus objetivos estratégicos. Se trata del conjunto de acciones destinadas a que la estrategia de negocios esté acorde al entorno, actúe en base a una cultura ética fundamentada en valores y principios, además de un propósito claro. Un buen gobierno corporativo es consciente del impacto que genera en sus grupos de interés, tiene la capacidad para responder a sus necesidades y está siempre preparado para enfrentar los diversos desafíos que pueda traer el futuro.
Esto cobra relevancia en un contexto de crisis climática; incertidumbre económica, sanitaria y social; los altos niveles de corrupción, y una sociedad que demanda mayor transparencia, equidad, diversidad y rendición de cuentas. Una gobernanza corporativa integral, apoyará a las empresas a lograr el equilibrio entre negocio y reputación, teniendo siempre en cuenta la sostenibilidad y la creación de valor en el largo plazo.
Para asegurar una buena gobernanza corporativa, se debe poner atención a estos 5 pilares clave:
• Efectividad del Directorio
El directorio es el encargado de proteger la situación financiera, diseñar la estrategia de negocios y velar por su cumplimiento apegado a los valores y principios éticos definidos. Y para que esto resulte en la práctica, es fundamental un directorio efectivo, lo cual no se logra solo poniendo foco en la estructura y los procesos establecidos, sino que también en las dinámicas e interacciones que se dan entre sus miembros en las sesiones y comités, lo que determinará las decisiones estratégicas en la empresa.
Un directorio efectivo debe tener una composición sólida y un liderazgo responsable, con integrantes que cuenten con los conocimientos y habilidades necesarias para hacer bien su trabajo, con una estructura que promueva independencia y diversidad y que cree un entorno idóneo para la toma de decisiones informadas. Pero para alcanzar esto, es clave que las empresas promuevan el liderazgo del directorio a través de sistemas de inducción, capacitación y evaluación que permitan identificar ineficiencias e incentiven la mejora continua.
• Compensaciones y Remuneraciones
Establecer un buen sistema de compensaciones y remuneraciones para los directores y el equipo ejecutivo no solo busca atraer y retener al mejor talento, sino también generar una estructura que incentive adecuadamente su desempeño colectivo e individual.
El mayor desafío es diseñar e implementar mecanismos de compensación que equilibren el desempeño de los ejecutivos y directores con los de la empresa. Para esto, se recomienda utilizar sistemas de compensación que incluyan tanto rentas fijas mensuales o anuales, como rentas variables de dos tipos. Una asociada a medidas y/o métricas de desempeño generales e individuales anuales, y otra distinta asociada a medidas y/o métricas de desempeño a plazos más largos (normalmente 3 a 5 años). Asimismo, es deseable que para las compensaciones variables se establezcan mecanismos que desincentiven de forma razonable comportamientos indebidos.
• Riesgo y Manejo de Crisis
La gestión de crisis en las organizaciones es cada vez más relevante debido a la alta frecuencia y velocidad con que suceden este tipo de eventos. Las crisis -internas y externas- con las que deben lidiar las empresas son diversas y van desde emergencias sanitarias, bancarias, guerras, ciberataques, casos de corrupción, etc. En este entorno volátil, las organizaciones deben estar preparadas desde la dirección estratégica.
Los directorios son los responsables de proteger la gobernanza y viabilidad de la organización, por lo que la gestión de riesgo debe ser un tema central. Para esto, primero, deben identificar los mayores riesgos, y luego, gestionar planes de acción para mitigar sus efectos, como conformar un comité de gestión de riesgos, a través del cual implementen políticas y procedimientos, establezcan planes anuales de auditorías internas, protocolos de ciberseguridad, entre otros.
• Relación con los Stakeholders
Toda empresa convive con un entorno dinámico, interactúa con accionistas, empleados, proveedores, comunidades, usuarios, clientes, entre otros, y genera efectos en ellos y en los espacios donde se desenvuelve. Por lo mismo, el éxito de la empresa depende de los stakeholders y estas deben invertir esfuerzos en identificar y crear buenas relaciones con ellos. Actuar en sintonía a sus grupos de interés, incrementará la confianza con el ecosistema, disminuirá incertidumbres y problemas, y mejorará la toma de decisiones. Para el éxito de esta relación, el directorio y el equipo ejecutivo, deben tener un papel activo, revisando regularmente el mapa de actores, generando planes de acción con cada uno de ellos y considerándolos en las decisiones importantes para la empresa.
Por ejemplo, aumentar el compromiso de los accionistas se ha hecho cada vez más necesario ahora que los inversionistas exigen una comunicación más fluida con el consejo o un mayor acceso a información detallada sobre temas de actualidad como la gestión del capital humano o el cambio climático. Por otro lado, las comunidades locales esperan que las empresas que las rodean tengan en cuenta sus preocupaciones, como proteger la naturaleza, evitar contaminar la zona, cuidar los espacios comunes, entre otras. Estos son solo ejemplos de la influencia y las expectativas que tienen algunas de las partes interesadas más influyentes.
No se debe subestimar el impacto que genera una empresa en los stakeholders y sus consecuencias; un buen manejo de sus intereses fomentará estratégicamente su compromiso y ayudará a que sean promotores y no detractores del negocio.
• Ética y Transparencia
Ambos son factores vitales para que una buena gobernanza sea real. De nada sirven las normativas, políticas y procedimientos, si no existe ética y transparencia en cada acción. De hecho, es la misma ciudadanía cansada de la corrupción y los abusos, la que está exigiendo elevar los estándares en esta materia, y las empresas deben estar a la altura. Por esto, son vitales los programas de compliance que prevengan la corrupción, pero además creen una cultura de integridad en la organización que desincentive las malas prácticas. Esto fortalecerá la empresa, la hará una entidad sólida, competitiva y atractiva.
Entre las acciones destinadas a promover estos valores, destacan los códigos de conducta, políticas anti-soborno, canales de denuncia efectivos, regular los conflictos de interés, así como los sistemas de contratación y promoción de empleados.
Este ítem es esencial porque un caso de corrupción, por muy mínimo que sea, puede liquidar la reputación de la organización.
Estos cinco pilares son el sustento de un buen gobierno corporativo, que, a la vez, apoyará a las empresas a mantenerse competitivas en un mundo que cambia de forma acelerada. Las compañías deben observar constantemente qué está pasando a su alrededor, ser capaces de innovar y de actualizar sus prácticas de gobierno corporativo para responder a las nuevas demandas del mercado y la sociedad.
Al mismo tiempo, es importante que todas las acciones orientadas a este propósito sean medidas, porque lo que no se mide, no existe. Establecer métricas permitirá identificar brechas en relación con las mejores prácticas, generar planes de mejora, y evaluar el progreso en el tiempo.
Publicado en Forbes
Por Susana Sierra