El reciente caso sobre las reuniones del fiscal Abbott antes de asumir como máxima autoridad del Ministerio Público, ha devuelto a la palestra un tema de permanente preocupación. Más allá de la bandera o color político de los involucrados, los conflictos de interés han sido un problema de larga data en nuestra historia reciente y hemos sido testigos de situaciones que, incluso, han derivado en investigaciones judiciales
Debemos recordar que Chile es un país donde muchas veces los lazos personales se cruzan con los laborales y, se olvida, que al abordar temas sobre políticas públicas o de índole empresarial se deben seguir protocolos estrictos cuyo fin es resguardar que no se traspasen límites que puedan significar un cuestionamiento. Independiente de que exista una relación cercana y que en cualquier oportunidad compartan un almuerzo de domingo o reunión de amigos.
Quienes establezcan interacciones deben acatar aquello que establece la Ley de Lobby, dejando registro detallado sobre las materias que se abordaron en cada uno de los encuentros que se puedan desarrollar entre personas que podrían influenciar decisiones relevantes. Lamentablemente muchos omiten ese paso. Es fundamental, sobre todo a la hora de despejar dudas sobre la existencia de alguna irregularidad. Los conflictos de interés no pasan sólo por declararlos y castigarlos, deben gestionarse y quienes se ven involucrados deben reconocerlos cuando sea pertinente.
Por más que estemos a un WhatsApp de distancia, debemos cuidar nuestros actos. Cumpliendo con los requerimientos de la ley y llevando adelante protocolos claros y conocidos ampliamente en todos los estamentos del sector privado. Debemos cuidar a nuestros funcionarios públicos, porque nuestro rol es no exponerlos a situaciones que no se ajusten a derecho. Nuestra sociedad es pequeña y por esa razón, muchas veces, redunda en conflictos de interés.
Es necesario transmitir a través de capacitaciones y difusión profusa la importancia de mantener un relacionamiento adecuado con el Estado, con el fin de promover la prevención de delito derivados de una relación que no se ajuste a las normas. Es fundamental que la Alta Administración fomente la
aplicación de dichos controles, pero también que se sometan a ellos, dando un ejemplo al resto de la organización.
Esto no se trata de seguir creando leyes, el llamado es crear conciencia para cumplir la normativa que
tenemos de lo contrario termina siendo letra muerta
Por Susana Sierra
Fuente: Revista Capital