Luego de este gran estallido social me he puesto a reflexionar cómo llegamos a esto y creo que es importante ir al fondo del asunto para encontrar las razones que nos llevaron a este momento, sobre todo si de verdad queremos cambiar y que no volvamos al mismo punto en 30 años más.
Algunos han indicado que los grandes culpables son los políticos, otros han culpado a las empresas, otros a Maduro, y algunos hasta a los alienígenas, pero la respuesta que viene a mi mente es solo una, el culpable es el individualismo.
Seguramente, desde antes que yo naciera se viene cultivando una sociedad ultra individualista, donde lo único que parece importar es el éxito personal, y lamentablemente, en muchos casos, a toda costa.
En este proceso hemos vivido casos como el financiamiento irregular de la política, en que algunos de nuestros representantes democráticamente elegidos, fueron capaces de hacer de todo para llegar al poder. Además, vimos que nuestras Fuerzas Armadas y Carabineros, cometieron los fraudes más grandes del último tiempo, originados desde las más altas esferas, y desprestigiando a instituciones que por años eran un baluarte en Chile; vimos como una importante empresa de retail repactó créditos unilateralmente, a vista y paciencia de todo el mundo, cometiendo uno de los fraudes más grandes de la historia chilena; vimos como industrias de bienes de la canasta básica como farmacias, laboratorios, pollos y papel higiénico se coludieron para fijar los precios; incluso esta semana vimos cómo la subsecretaría de Bienes Nacionales compraba afiliaciones a su partido político a costa de bienes del Estado. Así como tenemos estos casos de alta connotación pública de individualismo, tenemos miles de casos desconocidos, ya sea de personas o de empresas, que dejaron de preocuparse por sus clientes, por sus proveedores, por sus empleados, por su comunidad. Asimismo, de políticos que dejaron de pensar en el bienestar de sus votantes y están más preocupados por los intereses propios.
Hoy, después de más de dos semanas en las que los ciudadanos han estado saliendo a las calles pidiendo un Chile mejor, seguimos viendo la peor cara del individualismo, con miles de locales no solo saqueados, sino incendiados, sin pensar en las personas que trabajan, compran o incluso que viven ahí. Es la mala cara de este fenómeno, la que solo se preocupa de mostrar su descontento a través de los destrozos. Podemos ver nuevamente el individualismo con las quemas de los metros, en donde miles de personas quedaron con trayectos y tiempos de desplazamiento más largos tal vez por más de un año. El individualismo de los que no condenan la violencia, porque no quieren desprestigiar su imagen y podríamos seguir enumerando miles de casos de egoísmo que pasan por nuestros ojos.
De esta manera, seguimos sin escucharnos, seguimos pensando en llegar cada uno primero. Es más, la semana pasada estuve más de una hora en una intersección con el semáforo cortado, por lo que era imposible avanzar, ya que todos querían pasar primero. La solución para ese pequeño problema era simple, dejar de pensar solo en el interés individual y pensar en el conjunto para organizar una manera ordenada en la que todos pudiéramos pasar.
Saludar a las personas o no mirar el celular cuando te están hablando, son modales básicos, pero que representan el respeto que debemos tener hacia el otro y que parece que olvidamos en favor de nuestros impulsos. La dignidad que tanto se pide en las calles parte desde esta base y que requiere dejar el individualismo atrás, para que como sociedad en su conjunto, podamos estar mejor.
El individualismo no será fácil de cambiar y debe iniciarse desde cada uno. Debemos dejar de mirar todo desde nuestro balcón y pensar en una sociedad más integral, más justa y que tenga como fin último, el bien común.
Por Susana Sierra
Fuente: La Tercera