Como ciudadanos vemos día a día cómo la Inteligencia Artificial (IA) está presente en nuestras rutinas, aunque a veces no seamos conscientes de esto. Está presente cuando utilizamos una app para pedir un taxi, en las recomendaciones personalizadas de música y películas que ofrecen los servicios de streaming o en el reconocimiento facial para desbloquear nuestros teléfonos.

Y así como ha impactado nuestras vidas, también lo ha hecho con las empresas, mejorando su productividad, automatizando procesos, permitiendo el análisis predictivo de datos, agilizando la capacidad de respuesta a las demandas del mercado y transformando el liderazgo.

Según The 2025 AI Index Report elaborado por Stanford Institute for Human-Centered Artificial Intelligence (HAI), el sector empresarial está impulsando inversiones récord y el uso de la IA se ha acelerado, pasando del 55% en 2023 al 78% en 2024.

El informe también revela que el ecosistema de IA responsable evoluciona de forma desigual, ya que en las empresas aún existe la brecha entre el reconocimiento de riesgos y la acción concreta de prevenirlos o mitigarlos, mientras en los gobiernos están actuando con mayor urgencia y trabajando a través de la cooperación global.

La IA es hoy una herramienta estratégica clave para los directorios, que requiere un marco sólido de gobernanza para su desarrollo, implementación y uso responsable. Solo así se podrán gestionar adecuadamente los riesgos y asegurar un impacto positivo, ético y confiable en la organización. Además, es fundamental resaltar la responsabilidad individual, ya que, pese a los avances tecnológicos, no se puede confiar ciegamente en todo lo que la IA genera.

La inteligencia artificial llegó para quedarse, pero su buen uso depende de nosotros. Para avanzar con responsabilidad, comparto 8 pasos clave para construir una gobernanza de IA ética y efectiva.

1. Definición de principios y creación de política

Lo primero que debe hacer una organización al incorporar inteligencia artificial es definir los principios rectores -como transparencia, responsabilidad o justicia- que serán la base ética para su desarrollo y uso. Sobre esta base, se debe crear una política que traduzca esos principios en lineamientos concretos, estableciendo roles, responsabilidades y los mecanismos necesarios para su adecuada gestión.

2. Liderazgo ético

Las nuevas tecnologías como la IA no solo están transformando los procesos, sino también están redefiniendo el liderazgo. Hoy se espera que los líderes asuman un rol activo y responsable, promoviendo una adopción ética de la IA, entendiendo sus riesgos y oportunidades e integrándola dentro de una gobernanza tecnológica sólida. Los directorios juegan un papel clave incorporándola en el centro de la estrategia corporativa, asegurando que su uso esté alineado con los valores de la organización.

3. Identificar y gestionar riesgos

Crear una matriz de riesgos es esencial para gestionar las amenazas identificadas en el desarrollo, despliegue y uso de la IA y otras tecnologías. Esta matriz debe estimar el impacto, criticidad y probabilidad de ocurrencia de cada riesgo identificado. A partir de ello, se deben establecer las medidas preventivas y mecanismos de mitigación, junto con evaluaciones periódicas que aseguren una gestión efectiva y actualizada frente a nuevas amenazas.

4. Asegurar transparencia y trazabilidad

Visibilizar cada paso del proceso, desde el desarrollo hasta el uso de la IA, no es opcional. La transparencia fortalece la confianza y facilita la rendición de cuentas, porque permite comprender cómo funcionan los sistemas, bajo qué criterios se toman decisiones y qué datos utilizan. Por otro lado, la trazabilidad permite detectar errores o sesgos, y mantener estándares éticos a lo largo del tiempo.

5. Gobernanza de Datos y Ciberseguridad

Una gobernanza tecnológica efectiva requiere establecer políticas claras para la gestión de datos que aborden la calidad, seguridad, privacidad, cumplimiento normativo y uso responsable de la información. Esto debe complementarse con lineamientos sólidos en materia de ciberseguridad, que incluyan una matriz de riesgos, protocolos robustos, evaluaciones periódicas, capacitaciones continuas y un plan integral de respuesta ante incidentes. El manejo adecuado de los datos y de la información a lo largo de todo su ciclo de vida, y la protección frente a amenazas cibernéticas deben ser prioridades del gobierno corporativo.

6. Cultura organizacional

Toda empresa que actúa guiada por sus valores y propósito, debe promover una cultura ética en torno a la tecnología. No se trata de un ítem aislado que preocupa a un área específica, sino de un compromiso transversal, donde todos deben ser parte. Para esto, la capacitación de los equipos técnicos y de los líderes en el uso responsable y ético de la tecnología es clave.

7. Monitoreo continuo

No basta con implementar políticas y controles. Una gobernanza será efectiva si es monitoreada constantemente para conocer cómo está funcionando, cómo impacta en la organización y sus stakeholders, y si se adapta a nuevas necesidades y requerimientos. Por lo mismo, es imprescindible auditar, monitorear y ajustar el desempeño de los modelos de IA. A la vez, las políticas no deben estar escritas en piedra, y se deben revisar y actualizar en función de la evolución tecnológica y regulatoria.

8. Cumplimiento normativo

En un contexto en el que la IA avanza más rápido que las regulaciones, los desafíos son crecientes. Uno de ellos es la diversidad de marcos regulatorios entre países y regiones lo que representa un reto para las empresas que operan a nivel global y deben asegurar el cumplimiento en múltiples jurisdicciones. Pero las empresas no deben esperar. Autorregularse es clave para anticipar riesgos reputacionales.

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Como vemos, incorporar nuevas tecnologías como la inteligencia artificial implica mucho más que buscar beneficios corporativos o garantizar un uso responsable. Se debe asegurar que la ética esté integrada en todo su ciclo de vida, desde el diseño hasta su implementación y uso. Para lograrlo, la respuesta siempre será contar con una gobernanza efectiva donde primen los principios corporativos, se establezcan mecanismos para prevenir posibles impactos negativos y se gestionen proactivamente los riesgos asociados.

Solo así las empresas podrán afrontar con éxito -y mantenerse vigentes- ante la rápida evolución tecnológica, guiadas por un liderazgo estratégico.

Por Susana Sierra
Publicada en Forbes

 

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