A medida que pasa el tiempo van surgiendo más y más antecedentes sobre el fraude en Carabineros: el monto ya superó los $22 mil millones y los involucrados ascienden a más de 70 personas, desde civiles hasta carabineros, entre ellos, coroneles y generales. No dejo de preguntarme ¿cómo nadie habló antes? ¿Cómo el general director, Bruno Villalobos, no sospechó de un caso como este en la que es prácticamente su propia casa? Parece todo tan raro, por decir lo menos.

Es de extrañarse que ante una irregularidad como la de Carabineros no se exija la renuncia al general director. Al menos en el sector privado así ha sido la tónica y tiene toda la lógica del mundo: si en una empresa a un gerente general o directivo le toca vivir un caso de corrupción, en el que puede haber o no incurrido, es prácticamente natural que dé un paso al costado. Así como pasó con Matte, Ponce Lerou, Délano y Lavín, que salieron de los directorios luego que se conocieran prácticas irregulares en las compañías que dirigían. Independiente de si el general Villalobos estuvo o no implicado en el fraude, o que creamos en la presunción de inocencia, es muy difícil ejecutar un proceso limpio si sigue al mando de la institución. ¿Quién se va a atrever a declarar en su contra en caso  de que haya estado efectivamente involucrado?, o ¿cómo se da una señal de que las cosas cambiaron?

Este escándalo obliga a nuestras autoridades y futuros gobernantes a preguntarse qué habrían hecho ellos en el lugar de la Presidenta Bachelet para prevenir un caso de esta índole. Hay que ir un paso más adelante ya que

seremos juzgados con los ojos del futuro. Sólo cuatro de los precandidatos al sillón presidencial dejaron en claro que le habrían pedido la renuncia al general Villalobos, pero ninguno ha dicho cómo habrían prevenido un caso de corrupción como este en un eventual gobierno.

Desafío a los aspirantes a La Moneda: ¿qué harían ellos para prevenir tamaño caso de corrupción? Sabemos que algunos han mostrado algo de preocupación sobre este flagelo y han incluido propuestas en sus programas u

hojas de ruta a nivel más general. Hay al menos una intención de tener un Estado más limpio. Sin embargo, les falta imaginarse concretamente en un gobierno con malas prácticas en el sector público.

 

Publicada en La Segunda

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