El compromiso de las empresas de hacer públicos sus asuntos financieros y sus impactos en materia ESG (medioambientales, sociales y de gobernanza) es –como nunca antes- un paso trascendental hacia una economía global y sostenible.

Poco a poco el sector privado ha ido entendiendo su rol en la sociedad, que va más allá de generar empleo y buscar liderar mercados, y están avanzando en el camino hacia la sostenibilidad para lograr el éxito, el que no se mide por números aislados, menos aun si consideramos el entorno cambiante, al cual debemos adaptarnos con rapidez e incluso adelantarnos. Y en esto, los principios ESG son los pilares para lograrlo.

En otras palabras, las empresas que no se adapten al cambio, no operen bajo una mirada sustentable y transparente, y no evalúen ni gestionen sus riesgos, están condenadas a fracasar. Lo mismo ocurrirá con las empresas que no se tomen en serio este tema y solo lo incorporen como un check en su estrategia.

En este último punto, vale la pena destacar que no basta con decir que se tiene ESG, si no es real y consistente. Varias empresas han quedado al descubierto tras revelarse que sus acciones sostenibles tenían más de marketing que de una creencia o por impactar positivamente al planeta. Esto es lo que conocemos como greenwashing, y en la práctica es un engaño para vender más o aumentar la reputación. Recordemos el caso ‘Dieselgate’, cuando se conoció la falsa promesa de Volkswagen de bajas emisiones, al descubrirse que la empresa había instalado un software para adulterar los resultados de las pruebas de emisiones contaminantes de 11 millones de autos, los que contaminaban hasta 40 veces el límite permitido. Este disfraz de ecológico, le costó a Volkswagen mucho más de lo invertido en su estrategia de marketing, debiendo pagar daños reputacionales e importantes sanciones.

Esto nos demuestra que no basta con subirse al carro de moda si no se tiene consciencia de que la sostenibilidad es un activo que permitirá a las empresas ser más rentables, porque el foco no solo es el dinero, sino su entorno y cada uno de sus stakeholders. De hecho, son las empresas que han abrazado la sostenibilidad las que tienen un mayor rendimiento de los accionistas.

Por eso, para que no exista greenwashing es importante medir, y eso fue lo que discutieron destacados líderes empresariales a nivel mundial en la sesión ‘Métricas ESG para un futuro sostenible’ en Davos 2022, que organiza cada año el Foro Económico Mundial. En esta se discutió la importancia de establecer estándares de divulgación, que incluyan los riesgos y oportunidades, donde se hable un lenguaje común, con mayor transparencia de los estados financieros, con información consistente y comparable, entre otros. Es importante recalcar que aun cuando las empresas estén trabajando en pos de reducir sus impactos en el planeta, en las comunidades o que promocionen la equidad, no resultará suficiente si no contamos con métricas que permitan evaluar correctamente esos impactos, o si existe una diversidad de métricas que solo confundan a los inversionistas.

El avance de estos temas han llevado incluso a dejar atrás la responsabilidad social y pasar a una responsabilidad competitiva, donde las empresas que no sean capaces de adaptarse a estos estándares, van a quedar fuera competitivamente y no van a ser capaces de conseguir inversiones, talento o clientes.

Es más, estos temas que se gestionan en áreas más blandas de las empresas como sustentabilidad, debiera también ser revisado por las más duras, como el área financiera. De hecho, los líderes financieros de hoy son aquellos que se han atrevido a cambiar su mentalidad, no solo guiándose por las cifras, sino que midiendo cómo cumplen con los compromisos de sostenibilidad.

Además, para que una verdadera estrategia ESG funcione es importante que la primera letra que se trabaje sea la G de gobernanza, para que quede en el corazón de la empresa, permita establecer su propósito, sus valores y, por lo tanto, su impacto en el mundo. Para empezar a medir mi propuesta es comenzar por la G… y reordenar las letras a la hora de implementar: GSE.

Una gran oportunidad en Chile viene de la mano de la Norma N° 461 de la Comisión para el Mercado Financiero (CMF), y la exigencia de que las empresas que regula, informen sus acciones de sostenibilidad en sus memorias anuales, estandarizando la divulgación, lo que permitirá a los inversionistas comparar lo que están haciendo las empresas en esta materia.

El desafío es más grande de lo que pensamos, porque no basta con hacer, sino con medir, y la tarea será mayor para las empresas que no se suban al carro, porque básicamente si no son parte de la solución, son parte del problema.

Por Susana Sierra

Fuente: La Tercera

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