La invasión de Rusia a Ucrania puede ser analizada desde diversas miradas, siendo, por cierto, la más importante la humanitaria, la invasión de un territorio y su degradación. Sin embargo, también podemos mencionar consecuencias económicas a nivel mundial, la reestructuración de un nuevo sistema internacional y mucha incertidumbre.

El despliegue de poder blando de los países occidentales para castigar a Rusia por la vía económica, tendrá consecuencias importantes en el ámbito de la corrupción, y es importante visibilizar los riesgos, pues se hará necesario reforzar los controles.

Las drásticas sanciones traducidas en la exclusión de la mayoría de los bancos rusos del sistema de pagos internacional Swift, congelar la mitad de las reservas del Banco de Rusia, clausurar los espacios aéreos a la aviación comercial, limitar exportaciones, cerrar grandes empresas, bloquear medios de comunicación y redes sociales y castigar a los oligarcas rusos –acostumbrados a blanquear dinero en países occidentales-, traerán novedades en cuanto a corrupción se refiere. Más aún si consideramos que el rublo ha perdido valor, que existe límite para el retiro de dinero en efectivo o los problemas para pagar con tarjeta o a través de sistemas de apps. Algunos expertos ya anticipan una caída económica de dos dígitos este año y, ante esto, los rusos, acorralados, buscarán la manera de salir adelante.

Estas sanciones han demostrado ser una buena respuesta de la comunidad internacional ante la invasión rusa, pero son los ciudadanos quienes padecerán más directamente sus efectos a través de inescrupulosos que harán de la necesidad el mejor negocio.

De este modo, la falta de democracia y la crisis económica, permitirán o avalarán prácticas que parecerán aceptables para salir adelante, pasando por alto los controles o aprovechando la situación para generar ganancias. Incluso, los mismos oligarcas pueden ser parte de tácticas ilícitas para mantener su riqueza en el sistema financiero mundial, aumentando la posibilidad de delitos como el lavado de activos, el que podría pasar inadvertido, tanto por las instituciones financieras tradicionales como por las empresas a nivel mundial.

Por otro lado, y recordando que la tecnología también es un arma poderosa, debemos tener presente cómo la guerra también se traslada a lo digital y, en esto, Rusia tiene talento. En un abrir y cerrar de ojos, los piratas informáticos rusos pueden desplegar sus destrezas y perjudicar a sus enemigos, a través de ransomwares o malwares, lo que debe preocupar particularmente a empresas, bancos y gobiernos. De hecho, hace unos días, la compañía automotriz Toyota, fue atacada mediante un malware para deshabilitar y detener su producción de autos, lo que ocurrió horas después de adherir a las sanciones económicas contra Rusia.

Asimismo, crecen las preocupaciones sobre las criptomonedas como una forma de evitar las sanciones rusas. Ante esto, la Agencia Nacional contra el Crimen del Reino Unido quiere regular los protocolos de la moneda digital, ya que esta podría facilitar el ocultamiento de la ruta del dinero.

Las consecuencias pueden ser importantes para las empresas si no se hacen cargo de estos riesgos, y debemos analizar hasta qué punto Latinoamérica puede ser facilitadora del ingreso de recursos de dudosa procedencia a Rusia.

Por esto, es esencial realizar due diligence para identificar posibles transacciones relacionadas a beneficiarios finales de ese país y evitar que en unos años más nos encontremos con unos Panama Papers, pero con sociedades rusas. De hecho, conocer los beneficiarios finales no solo permite saber quién controla las empresas, sino que frena el uso abusivo de las personas y estructuras jurídicas. En este periodo, especialmente, será importante conocer el ámbito en el que operen las nuevas figuras jurídicas que aparecerán, las que pueden ser complejas, dificultando el acceso a la transparencia.

Asimismo, será fundamental fiscalizar el dinero digital; guiarse por las normativas legales, pero por sobre todo, contar con políticas y procedimientos para prevenir y detectar irregularidades. Los controles se deben exagerar.

Y yendo más allá de las empresas, si bien es importante tomar consciencia de los riesgos inminentes –y adicionales- que surgen en épocas de crisis, también es importante socializarlo con nuestros círculos cercanos, pues nadie está ajeno de caer en corrupción.

Finalmente, quisiera reforzar el valor de la democracia como base para el funcionamiento de la sociedad. La agresión de Rusia a Ucrania demuestra justamente que las democracias débiles, o más bien las autocracias, abren la puerta a la corrupción y socavan las aspiraciones de desarrollo, transparencia y confianza.

Por: Susana Sierra

Fuente: La Tercera

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