Hace unas semanas, el Business Roundtable, grupo compuesto por los directores ejecutivos de las principales compañías estadounidenses, emitió una declaración promoviendo un «cambio de filosofía» empresarial, modificando el concepto de Milton Friedman: el principal propósito de una empresa es buscar el máximo valor para los accionistas.

Esto ha causado un gran impacto; algunos aplauden la iniciativa y otros se espantan, temiendo que los accionistas ya no sean el centro de la empresa.

Como docente de emprendimiento y compliance, creo que esto realmente no debería ser una novedad ni tampoco tendría que ser un «nuevo concepto económico», sino que desde un inicio las empresas deberían perseguir ser un aporte para todos porque, debemos entender, que si la empresa no toma en consideración a todos quienes forman una compañía, estarán destinadas a morir. Hay algunos temas que me gustaría plantear sobre cada punto, para que de verdad se entienda que si no nos comenzamos a preocupar y ocupar, no podremos crear valor a largo plazo para los accionistas, ni ser sostenibles en el tiempo.

Crear valor agregado para los clientes es el punto central de una empresa, no es ninguna novedad. Si no fuera así entonces nadie compraría el producto o servicio, por lo que ésta no seguiría creciendo.

Otro punto es la inversión en los empleados ¿No debería ser la base de la empresa? Si no tengo un trato justo con ellos, terminarán renunciando y no podré traer nuevos talentos. Sobre todo hoy, en que las nuevas generaciones se preocupan de que las compañías entreguen un valor agregado a sus trabajadores.

En tercer lugar, está el trato con los proveedores. Siempre debe ser de una manera justa, ya que si no los cuido —al no pagarle en los plazos estipulados, por ejemplo— terminarán quebrando, por lo que tendré que cambiar de proveedor, lo que generará mayores costos a la empresa.

El apoyo a las comunidades, es clave para las compañías. Si no considero a la comunidad donde estoy inserto, esta «saboteará» a la empresa, lo cual terminará con la entidad cerrada.

Todos los puntos anteriores dan cuenta que la declaración del Business Roundtable, en realidad sigue la teoría de Friedman, en el sentido que es justa y necesaria para que la empresa crezca y se mantenga viva en el largo plazo. SI no se toman estos aspectos en consideración, terminarán cerrando en vez de maximizar la rentabilidad de los accionistas.

Entonces cabe preguntarnos ¿Esta declaración no debería ser lo primero a tener en cuenta dentro de la cultura empresarial? Si una empresa, da sus primeros pasos alejada de las buenas prácticas ¿Qué le queda para el futuro?

Es importante destacar que, si se tuvo que llegar al punto de realizar esta declaración, es porque seguramente varios de los ítemes se estaban omitiendo. Lo cual es una lamentable realidad, ya que se dejó en evidencia que importantes empresas si se saltaban a sus stakeholders.

La declaración no debe quedar solo en buenas intenciones. Debe ser medible. Así, como el valor a los accionistas se mide por el precio de la acción, las empresas deben buscar formas para medir esa cultura, e incluso premiar a sus ejecutivos por ello.

Muchas son las dudas que uno puede plantearse, pero más allá de esto, debemos tomar cartas en el asunto y hacernos responsables de nuestro valor como entidades, que además de generar ganancias, es estar al tanto del momento que estamos viviendo y ser un verdadero aporte. Si no tomamos esto como algo clave, no cosecharemos frutos en el futuro.

Si queremos ser empresas del futuro y maximizar nuestras ganancias, ahora es cuando se deben tomar las medidas necesarias e instauran lo que significa el compliance en el corazón y esencia de la empresa.

No nos podemos quedar de brazos cruzados, tomemos esto como una oportunidad, o una segunda oportunidad si se quiere ver de esa manera y ocupémonos de todos los stakeholders, que al fin y al cabo son quienes forman las compañías.

Por Susana Sierra
Fuente: Revista Capital

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