A MEDIDA que pasa el tiempo van surgiendo más y más antecedentes sobre el fraude en Carabineros. Sí, los encargados de poner orden en la institución se habrían organizado para delinquir, traicionando la confianza de la ciudadanía y de quienes creían pertenecer a una de las instituciones más probas y transparentes. ¿Creían? No dejo de preguntarme: ¿cómo nadie habló antes? ¿Cómo el general director, Bruno Villalobos, no sospechó? Es extraño que ante una irregularidad como la de Carabineros no se exija la renuncia al general director. Al menos en el sector privado así ha sido la tónica y tiene lógica. Independiente de si el general Villalobos estuvo o no implicado, o que creamos en la presunción de inocencia, es muy difícil ejecutar un proceso limpio si sigue al mando de la institución. ¿Quién se va a atrever a declarar en su contra? ¿Cómo se da una señal de que las cosas cambiaron? Este escándalo obliga a nuestras autoridades y futuros gobernantes a preguntarse qué habrían hecho ellos. Sólo cuatro de los precandidatos al sillón presidencial dejaron en claro que le habrían pedido la renuncia al general Villalobos, pero ninguno ha dicho cómo habría prevenido un caso de corrupción. Desafío a los aspirantes a La Moneda: ¿qué harían ellos para prevenir tamaño caso de corrupción? Hay al menos una intención de tener un Estado más limpio. Sin embargo, les falta imaginarse en un gobierno con malas prácticas en el sector público. Esperamos no ocurra, pero que si se descuida sería sin dudas un gran dolor de cabeza.
Publicada en Pulso